Viernes Santo en tinieblas
El cristofascismo distorsiona y violenta el mensaje de Jesús. Las terribles cosas que pasan en nombre de Dios.
Nos llegó la luz hace una hora. Pero seguimos a oscuras si no podemos ver lo que sigue pasando en nombre de Dios.
Hoy no solo recordamos la muerte de Jesús, un hijo de Palestina y del pueblo judío, crucificado por el imperio.
También contemplamos la crucifixión del inmigrante, del refugiado, del desplazado por guerras, hambre, dictaduras, genocidios y tratados económicos diseñados por imperios modernos.
Todos, en algún momento de la historia, fuimos inmigrantes.
La Biblia entera, de Génesis al Apocalipsis, es una historia de migrantes, exiliados y perseguidos. Si alguna vez has pensado que separar a un inmigrante de su familia es “legal” o “justificable”, considera esto:
Ningún ser humano es ilegal.
Las fronteras las inventó el poder.
Todos venimos de alguna diáspora.
Perseguir al inmigrante y al marginado no es amor en ninguna religión ni en ninguna ética secular.
Si aplaudes a tiranos como Trump, Bukele, si te unes al fanatismo obsesivo que lucha contra lo queer y contra el derecho al aborto, si miras hacia otro lado ante el genocidio del pueblo palestino a manos de Israel con el respaldo de los Estados Unidos…
Lamento decirte que este no es el mensaje de Jesús.
Eso no es cristianismo.
Eso es cristofascismo: una distorsión oscura y violenta del mensaje de Jesús.
Una cruz sin compasión, sin justicia, sin amor.
Jesús fue arrestado por el Estado, torturado públicamente, condenado por razones políticas y ejecutado porque era considerado una amenaza al orden imperial.
Hoy, miles de “Jesús” son perseguidos, arrestados, torturados y hasta ejecutados en cárceles privadas, en campos de detención, en fronteras donde se niega el agua, la comida y la compasión.
Hoy, Jesús es:
el inmigrante deportado,
el niño separado de su madre,
la persona trans a la que le niegan sus derechos,
la persona condenada a cadena perpetua,
tu vecino con discapacidad,
tu amigo o colega que lucha con una adicción,
la madre soltera con tres trabajos,
el queer rechazado, juzgado, excluido,
el joven torturado por denunciar al sistema,
el que no tiene pasaporte, pero sí tiene hambre.
Este Viernes Santo, pensemos en ser más como Jesús y amar incondicionalmente en vez crucificar al vecino, al inmigrante y al marginado.
Jorge Fusaro Martínez, 18-04-25
Obra: Peter Paul Rubens, Cristo en la Cruz.