Sin luz, no hay apagón: La resurrección de Jesús
Hoy, el cristianismo celebra su mayor acto: la resurrección de Jesús al tercer día. Un evento exaltado por siglos como la prueba máxima del poder sobrenatural de Dios. Un relato que rompe con toda lógica, que desafía las leyes de la física y de la muerte misma. Pero en el afán de subrayar lo sobrenatural, se nos ha escapado algo más humano, más urgente, más revolucionario: despertar a la vida—aquí y ahora. ¡Vivir!
Para resucitar, primero hay que morir: al odio, a la mentira, a la indiferencia, al miedo de vernos tal como somos, al silencio cómodo y a la negación que nos mantiene en la tumba (donde existe un apagón infinito).
Si uno mira con honestidad lo que se ha hecho en nombre de Jesús, lo que hoy se llama “cristianismo” en muchos contextos (especialmente en los Estados Unidos), es difícil encontrar a Jesús en el centro. Jesús ha sido desplazado y sustituido por dogmas, ideologías nacionalistas, discursos de odio, pactos con el poder y manipulaciones disfrazadas de fe. Se ha canonizado el poder en lugar del amor. Se ha crucificado al prójimo en nombre de Dios.
La iglesia cristiana, que había sido perseguida bajo el Imperio romano, se convirtió en una Iglesia perseguidora de otras religiones. Luego, la convicción de ser la única religión verdadera la llevó a imponer la persecución también dentro de sí misma: con la inquisición, la caza de brujas, la quema de herejes, el rechazo a la democracia y a las libertades modernas, y la censura—las mismas persecuciones que claramente vemos hoy a manos de líderes religiosos y gobiernos autoritarios y teócratas.
El ejemplo más contundente lo vemos en Gaza, donde los cristianos nacionalistas norteamericanos—de ambos partidos—apoyan abiertamente el genocidio y la expansión colonial de Israel en Medio Oriente, más allá de Palestina (véase: “Greater Israel Plan”). Sin embargo, prácticamente el 95 % de la población mundial está en contra del genocidio y del Estado de Israel—un Estado que no tiene continuidad histórica ni teológica con el Israel bíblico (aunque convincieron a muchos que sí).
Jesús no pretendió fundar una Iglesia. Pero figura como el protagonista del cristianismo. Y cuando Jesús deja de ser el protagonista del cristianismo, lo que queda es una maquinaria religiosa que opera “en el nombre de Dios” sin amor, justicia ni compasión. Y el cristianismo ha sido secuestrado por agendas imperiales, coloniales, racistas y patriarcales. Esto siempre ha sido letal, porque legitimiza la violencia en toda su gloria.
Lo mismo ha ocurrido con otras tradiciones. El Islam ha sido demonizado por la propaganda y los medios. El judaísmo ha sido cooptado por el proyecto político destructivo del sionismo. El hinduismo ha sido utilizado por gobiernos nacionalistas como una herramienta de exclusión y supremacía cultural. Y el budismo, que nació de la compasión y de la liberación del sufrimiento, ha sido utilizado en Myanmar o Sri Lanka para justificar violencia étnica, discriminación y guerra.
No te estoy diciendo nada nuevo. En nombre de la fe, el hombre—y aquí uso hombre literalmente—ha buscado poder, control y expansión, manchando la esencia de las tradiciones más bellas de la humanidad, que buscan dar sentido a la vida y a la existencia. El problema no es la fe en sí, sino cómo se ha cooptado como una herramienta de manipulación y una espada colonial.
Por eso, no todas las reflexiones terminan con una nota “positiva”. Porque a veces es más importante decir la verdad que cerrar con una esperanza prefabricada. A veces, lo más amoroso es decir la verdad: esto no está bien.
La resurrección es una metáfora poderosa que nos invita a resucitar de la muerte practicando el amor. El amor propio y el amor por el prójimo es el mensaje central de Jesús, y de muchas otras tradiciones. Jesús no temía romper normas. Especialmente si eso significaba sanar, liberar o dignificar.
Imagina si podemos redimensionar la vida desde el amor, viviendo en comunidad, en relación con la tierra, lejos de lo artificial, de lo plástico, de lo que brilla pero no ilumina…
Jorge Fusaro Martínez
San Juan, PR, 20-04-25